Con filo, un programa mellado por las circunstancias

Publish date: 2024-05-23

GUANTÁNAMO, Cuba. – El pasado sábado 23 de octubre el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), publicó en su segunda página un artículo de opinión titulado No tenemos derecho a callar, de Michel E. Torres Corona, conductor del programa Con Filo, espacio que desde hace dos meses transmite la televisión cubana los martes y jueves a las 9:15 p.m.

Aunque estoy en la antípoda política del joven Michel, reconozco que es un hábil comunicador que tiene el don de aderezar sus comentarios con pinceladas sagaces y frases permeadas de un humorismo a veces vitriólico y para nada congruente con el respeto al prójimo que dice defender.

En su artículo de Granma, el joven analiza algunos fenómenos presentes en las redes y expresa cómo debe ser el periodismo revolucionario.

Coincido con él en rechazar los mensajes de odio que circulan en las redes sociales y también estoy en contra de la violencia física y verbal, contra el denuesto gratuito y contra la práctica de tratar de descalificar al otro sencillamente porque no comparte nuestras ideas. Según Michel, los periodistas dependientes del PCC y pagados por él deben revisarse a fondo para que conductas de esa índole no se imiten en lo que denomina “campo revolucionario”. Y asegura: “Siempre debemos ser mejores que nuestros enemigos, luchar por la Revolución con ética e inteligencia, ganar para nuestra causa a lo mejor de la sociedad cubana y tratar siempre de convencer a aquellos que han sido secuestrados por voceros del caos y la destrucción, que lo mismo llaman a asesinar, a provocar estallidos sociales o una intervención militar”.

Pero Michel olvida que esa pretensión suya está muy lejos de hacerse realidad en la práctica del periodismo oficialista, principal portador de mensajes de odio dentro de la sociedad cubana. También olvida que la génesis del odio está vinculada estrechamente con el surgimiento de lo que él todavía llama “revolución”, un suceso marcado ab initio por el odio y la crueldad presentes desde los primeros días de enero de 1959 en los masivos fusilamientos ejecutados sin juicios con garantías procesales para los acusados. Lo que antes era excepción se convirtió en regla gracias al odio revolucionario que Fidel Castro introdujo dentro de nuestra sociedad y que llevó aparejadas la represión y la discriminación contra todo disenso.

Afirma Michel que hay que tener honestidad “para no callarnos antes los ataques más bajos y viles, pero también para alzar nuestra voz ante cualquier injusticia, cualquier error que se cometa dentro y fuera de nuestro país”. Ante palabras tan hermosas, que apoyo incondicionalmente, me pregunto si Michel considera justos los despidos laborales que han sufrido por estos días el joven profesor universitario cienfueguero David Martínez Espinosa y el Dr. Manuel Guerra, así como las amenazas que han recibido otros miembros del grupo Archipiélago por ratificar su intención de marchar el próximo 15 de noviembre. Si Michel es realmente honesto coincidirá conmigo en que se trata de injusticias. ¿Tendrá entonces el valor de denunciarlas en su programa?

Me pregunto si Michel tendrá el valor de presentar a la opinión pública cubana los testimonios de los miembros del grupo Archipiélago acerca del hostigamiento y las amenazas que reciben de parte de la dictadura, o si tendrá el valor de presentar los testimonios de algunos de los miles de jóvenes que fueron detenidos, golpeados y heridos por miembros de las fuerzas represoras el pasado 11 de julio, así como las humillaciones que han sufrido en los interrogatorios y en las cárceles donde se encuentran.

Obviamente Michel no lo hará, sencillamente porque una de las características más relevantes de la prensa “revolucionaria” es su falta de objetividad al evaluar los sucesos así como la manipulación que hace de ellos, unida a la publicación de noticias falsas para denigrar a sus objetores ideológicos, como hizo Granma el pasado 20 de octubre al asegurar que Gabriel Abaroa, director ejecutivo del grupo que otorga los premios musicales Latin Grammy, fue sobornado con un millón de dólares para favorecer la nominación de la canción “Patria y Vida”, lo que ha sido refutado inobjetablemente, poniendo en ridículo al órgano de prensa comunista.

El mismo periódico publicó este sábado 23 de octubre, en primera plana, los artículos titulados Al apoyar la pretendida marcha, EE. UU. reafirma el objetivo desestabilizador y El 15 de noviembre será un día hermoso, ajeno a cualquier acción perturbadora de la tranquilidad ciudadana, donde califica de anexionistas, marionetas del imperio y agentes pagados por él a los organizadores de la marcha.

Me pregunto si Michel tendrá el valor de presentar a la opinión pública cubana los testimonios de los miembros del grupo Archipiélago acerca del hostigamiento y las amenazas que reciben de parte de la dictadura, o si tendrá el valor de presentar los testimonios de algunos de los miles de jóvenes que fueron detenidos, golpeados y heridos por miembros de las fuerzas represoras el pasado 11 de julio, así como las humillaciones que han sufrido en los interrogatorios y en las cárceles donde se encuentran.

Si los miembros del grupo Archipiélago vivieran en un Estado de derecho, podrían establecer una demanda contra el Granma, pero no pueden hacerlo porque en Cuba los opositores carecen de derechos y el sistema judicial está subordinado al PCC. Eso bien que lo sabe Michel, quien también sabe que en un Estado de derecho, democrático y de justicia social –como asegura el artículo 1 de la Constitución que es el nuestro– todos los ciudadanos, incluidos los que se oponen al gobierno, tienen derecho a manifestarse públicamente, algo que aquí solo se permite a quienes apoyan a la dictadura.

¿De qué igualdad y justicia social hablan los comunistas cuando discriminan a los cubanos que tienen otro proyecto de país diferente al que han impuesto ellos ilegalmente? ¿Abordará alguna vez Con Filo esta arista del problema?

Es evidente que no, pues ese programa televisivo, a pesar de las presuntas buenas intenciones que sus realizadores dicen tener, hace, como todos los medios oficialistas de la prensa cubana, un periodismo dependiente de los ucases del Partido Comunista. Y el periodismo, para que resulte objetivo, tiene que pasar por el tamiz de una ética absolutamente comprometida con la verdad, aparejada con la entrega de un producto conformado por varios puntos de vista, algo que falta en Con Filo y en todos los medios estatales.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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